Emmanuel Gervasutti
Ferdinand
Una nueva desaparición en la ciudad y ya iban varias, nadie sabía nada era como si la tierra se los hubiese tragado, pero lejos de eso en realidad había una respuesta aunque solo la sabia una persona y era Ferdinand, un joven hombre quien secuestraba, torturaba y luego asesinaba a sus víctimas. Se deshacía de los cuerpos utilizando el horno del crematorio en donde trabajaba.
Nadie sospechaba de él, las hipótesis que se manejaban eran el tráfico de órganos y el trabajo infantil. Los ciudadanos de la ciudad pedían y exigían que esto sea de una vez resuelto ya que a casi una década de la primera niña desaparecida seguían desapareciendo. Ferdinand planeaba todo con mucho tiempo para no ser descubierto, una vez que seleccionaba a su próxima víctima ideaba un nuevo plan que le llevaba un buen tiempo.
Ferdinand ya había elegido al próximo, un joven de 13 años quien vivía en la misma cuadra, sabía sus horarios, en que momento estaba solo en la casa. Tomaba notas en su libreta mientras miraba un programa en donde hablaban de la zona escondida y es que en la ciudad habían quienes creían que en las afueras de la ciudad en medio del bosque había un lugar oculto y que allí podrían estar todos los desaparecidos, Ferdinand obviamente solo se reía y burlaba de esa tonta creencia.
Semana tras semana seguía de cerca al adolescente quien no tenía ni la más mínima idea de lo que podría pasarle. Lucas escribía historias de terror, todo lo que tenga que ver con fantasmas y muertos vivos y utilizaba las desapariciones para escribir pequeños relatos, aunque no mostraba nada de lo que escribía se lo guardaba solo para él.
A la fecha habían desaparecido 15 jóvenes y niños, siempre menores de 15 años, la más pequeña fue una niña de tan solo 3 años y quizás el caso más resonante ya que fue también la primera en desaparecer.
Ferdinand tenía en el mismo edificio donde funcionaba el crematorio un lugar ocultó, era un sótano preparado para sus locas ideas en donde llegaba a tener hasta meses a sus víctimas torturándolas, contra la pared había una estantería en donde tenía varios libros de medicina y unos frascos de vidrios con un líquido rojo. En la pared del frente había fotos pegadas de todas sus víctimas con datos personales y fecha de muerte. Su colección, su trofeo era algún objeto de la víctima que colocaba sobre un mueble al lado de la escalera; un aro, una zapatilla o cualquier cosa no importaban qué.
El crematorio había sido construido hace dos décadas y el padre de Ferdinand fue quien estuvo a cargo hasta su muerte, luego él tomó su lugar. Un lugar donde al poco tiempo comenzó a perder la razón.
Lucas volvía del colegio cuando se tropezó al cruzar la calle, un hombre se acercó y lo ayudó a ponerse de pie, él le agradeció mientras Ferdinand se guardaba en su bolsillo una moneda.
Después de un largo tiempo se preparó para dar un nuevo golpe a la ciudad.
En la noche Ferdinand manejo se vehículo hasta la casa de Lucas, se estacionó al frente y luego de unos minutos los padres del joven salieron de la casa, se agachó para no ser visto y una vez que observó que se alejaron decidió seguir con el plan. Bajo del vehículo y golpeó la puerta, Lucas abrió sin siquiera preguntar quién era, la excusa de Ferdinand era esa moneda que había levantado de la calle, él lo miró y pudo observar una cuerda que tenía en sus manos rápidamente intentó cerrar la puerta pero ya era tarde Ferdinand lo tomó del cuello y se metió a la casa. Atado de pies y manos ahora debía llevarlo hasta su vehículo sin ser visto por algún vecino o por alguien que pasará por el lugar, una vez que se aseguró que no hubiera nadie lo arrastró y lo metió en el baúl, luego manejo hasta el edificio en donde tenía todo preparado para él.
Lucas miraba las fotos en la pared enseguida supo quién era, sobre una mesa a un lado de la camilla habían tijeras y otras cosas que de solo mirar te hacían temblar. Ferdinand se acercó y tomó una de esas tijeras pero justo cuando estaba por comenzar se escuchó el timbre, seguramente traían un muerto, subió las escaleras y caminó hasta la puerta efectivamente le traían un cuerpo, claro estuvo tan ocupado con el secuestro que se había olvidado que esa noche tenia trabajo. Luego de una hora puedo volver a lo que estaba por hacer pero al bajar las escaleras se encontró con una sorpresa, el joven no estaba en la camilla y pudo notar que había tomado las tijeras de la mesa, rápidamente volteó y caminó hasta un mueble de dónde sacó un arma de fuego, allí abajo no estaba eso era seguro, subió las escaleras y comenzó a buscar, la puerta de ingresó al lugar estaba cerrada solo él la podía abrir ya que tenía las llaves en uno de sus bolsillos, sabía que seguía ahí dentro pero el lugar era bastante grande debía apresurarse en hallarlo o podría encontrar la forma de escapar y eso sería su final. Silbaba mientras recorría el lugar, Lucas estaba oculto detrás de un mueble con una tijera que utilizaría para defenderse. Ferdinand vio la puerta que daba a un cuarto abierta y él recordaba que el día anterior estaba cerrada, ingresó silbando una canción sabiendo que este era el último lugar en donde podría estar, Lucas intentó permanecer en silencio pero mientras estaba ahí una araña de gran tamaño apareció e hizo que él se moviera golpeando su brazo contra el mueble Ferdinand se acercó rápidamente y lo levantó del suelo poniendo el arma en su frente, apretó el gatillo pero la bala no salió momento que el joven aprovechó y de un movimiento rápido le clavo la tijera en el cuello, el arma cayó al suelo mientras Ferdinand intentaba mantenerse en pie Lucas salió a toda prisa del lugar. La puerta estaba cerrada y aunque golpeaba con todas sus fuerzas era imposible abrirla sin las llaves, sin otra opción tuvo que regresar al cuarto para quitarle las llaves a Ferdinand, allí estaba tendido en el suelo, se acercó por su lado y buscó en sus bolsillos pero antes de poder alejarse Ferdinand lo tomó de la pierna haciéndolo caer, de un golpe en la cara logra soltarse y escapar. En cuestión de minutos el lugar se llenó de policías pero no hallaron a Ferdinand, en el cuarto habían manchas de sangre pero no estaba había logrado escapar.
Ese mismo día un llamado a la comisaría desde el hospital dando aviso que se había presentado Ferdinand mal herido. Al fin todo se había resuelto, el secuestrador y asesino estaba tras las rejas y la ciudad más tranquila aunque con el sufrimiento de quienes perdieron las esperanzas de que los jóvenes y niños aparezcan con vida.
Autor. Emmanuel Gervasutti.